El día de miércoles, dentro de las actividades en la toma del edificio IBC, se realizó el foro “Patagonia sin represas”, el cual permitió que un grupo de estudiantes debatiera acerca de esta temática latente en el acontecer nacional. La actividad constó en la exposición de cuatro invitados que, desde distintas aristas, analizaron la situación.
El primero en exponer fue Marcelo Bittner, representante de la Juventud Tehuelche, auto calificado como “patagón pero no chileno”, quien presentó una postura en la cual detallaba el gran problema ambiental que conlleva la construcción de una represa, en conjunto con los riesgos de los terrenos inestables por la actividad volcánica y sísmica.
Planteó un gran impacto social, afirmando que “no hay un pueblo de la zona capacitado para la construcción”, asimismo cree que habrá una baja en el turismo de elite que visita esas reservas naturales. También, agrega que este problema se verá reflejado en la llegada de una “población fantasma” de 4000 habitantes, que serán obreros del proyecto que, además de ser mano de obra barata, quedarán cesantes al finalizar la construcción. No quiere que esto suceda y propone un plebiscito para decidir la construcción de Hidroaysén
Siguiendo
con los exponentes, continuó un representante de los Jóvenes de Izquierda, Christopher Gepp. Firmemente sostuvo que “detrás del proyecto hay una base política con intereses económicos”, afirmando que la legislación ambiental no sirve de nada y sólo legitima las acciones.
“Es imposible frenar el proyecto Hidroaysén”, asegura el joven, quien cree que lo más importante es sacar enseñanzas de esta situación para así ser un actor fundamental que incida en políticas públicas futuras. Para esto, cree que hay que superar dos problemas fundamentales, que son el lucro, tanto en ambiente como en salud y educación, y la toma de decisiones entre “cuatro paredes”, que según el estudiante no son transparentes y sólo se basan en intereses propios.
Avanzando con los invitados, procedió a presentarse Juan Pablo Ayala, representante de los estudiantes de Ciencias Ambientales de la Universidad Santa María, detallando el impacto ambiental de la hidroeléctrica en la Patagonia. 
El estudiante aseguró que el proyecto aumenta el problema del efecto invernadero, al destruir la flora, que es fuente de absorción de gases, a través de daños del carbono. Asimismo afirmó que el ecosistema de los ríos se daña, además de toda la fauna marina y terrestre.
Entre las soluciones planteadas por el estudiante estuvo la creación de una verdadera política energética, el uso de energías renovables no convencionales y una nueva planificación territorial. “Hay que ampliar la mirada, no mirar sólo a la economía, sino al ambiente y a la sociedad”, señaló.
El último en presentarse fue Guillermo Piñones, ingeniero en construcción y máster en gestión ambiental. Según el expositor, éste no es un problema del proyecto, ya que no es el más grande del país (es el de Castilla), sino que es un descontento general en la forma de proceder del gobierno y de los intereses privados.
A través de vari
ados gráficos, se representó la distribución de energía en el país, siendo el mayor porcentaje destino a minería e industria, y además afirmó que las demandas energéticas del 7% anunciadas por el ministro Golborne son sólo estudios realizados al Sistema Interconectado Central (SIC) y al Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), siendo éstos sectores industriales y mineros, concluyendo que no es una necesidad residencial.
El ingeniero asegura que los empresarios podrían invertir en energías renovables a largo plazo pero no les es rentable, por lo que optan a invertir a corto plazo en proyectos como el de Hidroaysén. “El proyecto beneficia a grandes a grupos económicos, como a Endesa y Colbún, concentrando la economía”, afirma.
El foro finalizó luego de rondas de preguntas de los espectadores, creándose espacios de discusión del tema desde diferentes puntos. Se formó un espacio en el cual los compañeros pudieron discutir una problemática que no está ajena a nuestra realidad.
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